lunes, 24 de enero de 2011

MÁQUINAS DE TRABAJO Y PRODUCCIÓN.

¿Qué estudias? ¿En qué trabajas? ¿Cuál es tu perspectiva laboral de futuro? ¿Cuánto vas a ganar? ¿Qué coche tienes? ¿Vas a ascender? ¿Trabajas en lo que te gusta?... Echo de menos que cuando alguien me acaba de conocer me pregunte: ¿Qué lees? ¿Te gusta la poesía? ¿Qué película te emocionó por última vez? ¿Eres capaz de amar? ¿Sabes dibujar? ¿Te apasiona el campo? No sé, a veces creo que las personas olvidamos que se nos conoce por lo que somos, por lo que sentimos. Es lo que mejor nos puede describir, no aquello en lo que nos toca ser etiquetados.



Cuenta la leyenda que un día, una maestra, con ilusión, le propuso a su alumno dedicarse en el futuro a aquello que realmente le gustara:

- Profesora, es que a mí me gusta silbar, pero no me dejan ser silbador- respondió avispado el discípulo.

Y es que el ser humano está absolutamente contaminado por las tendencias actuales de la sociedad: tanto tienes, tanto vales, tanto produces, tanto se te valora. Y entre medias, se nos engaña con un positivismo traidor que nos oculta las miserias del sistema.

Lejos quedó el humanismo. Ahora se cree conocer a una persona por su profesión, por la rama de estudios que atendió oficialmente y demás inventos modernos. Pero, ¿si ayer leí un diario soy estudiante de sociología? ¿Si me fascinan las mariposas se me considera un biólogo? ¿Ver un documental sobre los chanchullos del sistema financiero me convierte en un experto en criminología?

Supongo que todo esto forma parte de la educación a la que somos sometidos, pero claro está, que antes de ir al Corte Inglés conduciendo un BMW último modelo, los hombres antiguos apreciaban el arte, las historias de la literatura oral, se fascinaban con cascadas magníficas, con paisajes llenos de estrellas en el horizonte, les encantaba saber, conocer, divertirse... En definitiva, eran seres humanos. Ojalá, algún día volvamos a valorar lo que nos da la naturaleza desde el mismo momento en que comenzamos a vivir.

3 comentarios:

  1. Sin duda, el mejor post de tu blog hasta el momento. Buena reflexión sobre en qué se ha convertido el hombre moderno. Entrañable la fábula del niño silbador.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro de que te haya gustado tanto. Lo escribí en un momento de inspiración especial, jeje.

    ResponderEliminar
  3. Muy buenas, directamente al grano, a la crisis real que nos asola: nuestros valores, los valores que se supone han de ser espejo de lo que somos y aspiramos a ser, espejo deforme en estos días, enturbiado por la maleza de las vanidades, el parecer ser y el miedo que se esconde tras todo ello, pues hemos de disfrazarnos de etiquetas, posesiones y posiciones para ocultar la desnudez del alma, a cada momento más raquítica y congelada. Sin embargo, conservemos la esperanza, y gracias a artículos como el tuyo espero nos haga valorar a más de uno lo que realmente importa, lo que la vida nos ofrece y lo realmente somos, más allá de las apariencias que nos cercan.
    Un abrazo y felicidades por el post.

    ResponderEliminar