“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”. Jorge Luis Borges.
“Lee y conducirás, no leas y serás conducido”. Santa Teresa de Jesús.
“La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren”. Francis de Croisset.
Mucho hay debatido a lo largo de los tiempos sobre el denominado placer de la lectura, pero, sin embargo, aún en la actualidad, nos preguntamos sobre qué nos aporta leer libros. En un primer vistazo, suena estúpido plantearse una capacidad humana tan normal como, por ejemplo, el simple hecho de hablar. Y es que la lectura no es sino el otorgar un código determinado a nuestra capacidad de ver y comprender.
Pero, evidentemente, la lectura va mucho más allá, es la opción de poder pensar por ti mismo, de descubrir mundos, y a la vez, la posibilidad de ser manipulado, de ser engañado.
En definitiva, los lectores tenemos nuestra propia monarquía absolutista, pues en este reino, somos nosotros los que decidimos qué leer y cuándo, cómo y qué cantidad. Y no deja de ser curioso, que en los colegios y en los ministerios, lo primero que se acuerda son las lecturas para los chavales; y en las dictaduras, lo primero que se prohíbe son, cómo no, los libros que inquietan al poder.
Larga vida al maravilloso universo del leer.
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